En la narrativa tradicional de las estructuras organizativas, reinan las jerarquías. Estas estructuras, a menudo representadas como lógicas y apropiadas, recuerdan al juego “Susurros chinos”, en el que los mensajes descienden en cascada a través de varios niveles de mando. A medida que estas directivas atraviesan las filas, son propensas a la distorsión: mal entendidas, mal escuchadas o mal interpretadas. Esto conduce a una desconexión significativa entre las intenciones de los de arriba y la comprensión de los de abajo, sobre todo a medida que se amplía la jerarquía. Cuanto más se asciende en esta estructura, más alejado se está de las operaciones de la empresa y de las realidades de la dinámica del mercado. En este espacio de incomunicación y distorsión, las limitaciones de las jerarquías verticales se hacen claramente evidentes.
Sin embargo, un modelo emergente desafía esta jerarquía tradicional: La coherencia. Este modelo ofrece un enfoque transformador de la estructura organizativa, similar al de una orquesta. En una orquesta, varias secciones desempeñan su papel único, dirigidas por un director que marca el ritmo y se asegura de que todos los músicos estén en armonía. Del mismo modo, en Consentricity, una organización se visualiza como una serie de círculos interconectados, cada uno de los cuales representa un equipo o una unidad dentro de la entidad más amplia. A diferencia de los niveles verticales de una pirámide, estos círculos funcionan horizontalmente, facilitando una comunicación directa y transparente.
En este modelo, el director de orquesta se asemeja a la dirección dentro de una organización concéntrica. En lugar de dictar cada movimiento, este líder armoniza los esfuerzos, fomentando un entorno en el que cada sección pueda brillar, comprendiendo los puntos fuertes y las capacidades de cada una, y mezclándolos para crear una actuación cohesionada. Esta adaptabilidad permite que la organización se transforme, como una orquesta que pasa de ser una banda de jazz, con su varianza e improvisación, a un conjunto clásico, conocido por su precisión y uniformidad.
Los Círculos de Consentimiento en Consentricidad representan un alejamiento de la cadena lineal de mando característica de las jerarquías tradicionales. La toma de decisiones es descentralizada y democrática. La información no se filtra a través de una cadena de mando, sino que fluye libre y abiertamente entre todos los miembros del círculo. Este enfoque garantiza que el mensaje o la intención originales no se pierdan ni se distorsionen a medida que se comparten en el equipo, contrarrestando el efecto de “susurros chinos” que prevalece en las organizaciones jerárquicas.
El liderazgo en este modelo se convierte más en facilitación que en mando. Los líderes fomentan la participación, el diálogo y el consenso. Entienden que sin barreras jerárquicas, la información puede compartirse con mayor precisión y rapidez, lo que conduce a decisiones más informadas que se alinean con los objetivos de la organización.
Los Círculos de Consentimiento, alejados de la servil Cadena de Mando, también fomentan un sentido de propiedad y responsabilidad colectivas. Cada miembro tiene voz y participación en los resultados, lo que conduce a una mayor implicación y compromiso. Este empoderamiento a todos los niveles contrarresta la desconexión tradicional que se experimenta en las estructuras jerárquicas, garantizando el mantenimiento de la integridad de la comunicación.
En conclusión, el paso a la Consentricidad representa un cambio significativo del modelo piramidal, reconociendo las limitaciones de las jerarquías tradicionales en un mundo que cambia rápidamente. Sugiere un futuro en el que las organizaciones sean ágiles, estén interconectadas y en sintonía con las realidades de sus entornos. Los líderes se convierten en habilitadores y facilitadores, orquestando la sabiduría colectiva de sus equipos de la misma manera que un director dirige una orquesta, asegurándose de que cada nota contribuye a la armoniosa sinfonía del éxito.