Vivimos en una época marcada no sólo por rápidos cambios sino, lo que es más profundo, por profundos niveles de privación. En todo el planeta, miles de millones de personas luchan contra la pobreza, la desigualdad y el implacable reto de llegar a fin de mes. Incluso en los países donde los más pobres están mejor que en otras partes del mundo, la brecha entre la riqueza y la necesidad sigue aumentando. Sin embargo, en medio de estos marcados contrastes, sigue existiendo una sencilla verdad: todos formamos parte de una misma raza humana, que comparte un mismo planeta.
La magnitud del reto es innegable, pero también lo es la oportunidad. Con los recursos, la tecnología y los conocimientos de que disponemos, tenemos el poder de garantizar que todas las personas de este planeta tengan acceso a lo esencial: seguridad, vivienda, alimentos y atención sanitaria. Y podemos hacerlo de una forma que honre nuestro deber con la tierra, construyendo sistemas que sean sostenibles, equitativos y respetuosos con el planeta, la naturaleza y nuestro entorno.
Pero antes de que podamos convertir la posibilidad en realidad, debemos enfrentarnos a algunas preguntas fundamentales: preguntas que desafíen nuestras prioridades, nos empujen más allá de las narrativas cómodas y exijan que nos replanteemos lo que significa construir una sociedad próspera y justa:
- ¿Qué está pasando en el mundo? ¿Somos realmente conscientes de la profundidad del sufrimiento y la desigualdad que existen, o miramos hacia otro lado, reconfortados por la relativa estabilidad de nuestro propio entorno?
- ¿Qué debe ocurrir? ¿Qué hará falta para garantizar que todas las personas tengan acceso a una vida digna y cómo podemos reunir la voluntad colectiva para actuar?
- ¿Qué nos frena? ¿Qué barreras sistémicas, intereses arraigados y temores nos impiden dar los pasos necesarios hacia un mundo más justo?
- ¿Cómo salvamos la distancia entre el beneficio y el propósito? ¿Podemos crear una forma de hacer negocios que sostenga tanto a las personas como al planeta, teniendo un impacto positivo y generando al mismo tiempo los medios para continuar?
Estas preguntas son una llamada a afrontar las realidades de nuestro tiempo con valentía y claridad. Nos obligan a imaginar un futuro en el que la riqueza y el progreso de unos no se construyan sobre la privación de otros, un futuro en el que las empresas no sean sólo un mecanismo para obtener beneficios, sino un motor de Prosperidad Ética para todos.
1. ¿Qué está pasando en el mundo?
El nivel de privación actual es asombroso. En todo el mundo, miles de millones de personas viven en la pobreza, se enfrentan a una desigualdad sistémica y luchan a diario por cubrir necesidades básicas como la comida, el agua y el cobijo. Incluso en los países donde los más pobres están relativamente mejor, la brecha entre los ricos y los que apenas sobreviven es cada vez mayor. Sin embargo, en este mundo interconectado, ninguna nación está aislada del sufrimiento de las demás. Todos formamos parte de una única raza humana, que comparte un planeta finito con recursos limitados.
Tomemos, por ejemplo, el auge de los movimientos sociales que exigen salarios y condiciones de vida justos. Estos movimientos han puesto de relieve cómo las cadenas de suministro mundiales a menudo dependen de trabajadores mal pagados para suministrar mercancías baratas a los mercados más ricos. La industria de la confección es un claro ejemplo: los trabajadores de la confección de países como Bangladesh y Camboya se esfuerzan en duras condiciones por salarios que apenas cubren sus costes de vida. Mientras tanto, las marcas de los países desarrollados, aunque afirman abordar la sostenibilidad, a menudo mantienen prácticas que refuerzan esta disparidad.
La historia es clara: nuestros sistemas actuales están fallando a demasiados. Aunque la economía mundial ha creado una riqueza inmensa, también ha dejado atrás a quienes producen los mismos bienes que consumimos. Reconocer esta realidad es el primer paso hacia una solución: debemos pasar de centrarnos meramente en maximizar el crecimiento a garantizar que nuestros modelos económicos sean inclusivos y justos, al servicio de quienes contribuyen a ellos.
2. ¿Qué debe ocurrir?
Es hora de reconocer que una vida digna no debería ser un privilegio, sino un derecho que todo ser humano merece, independientemente de dónde haya nacido. Con los recursos y conocimientos de que disponemos, el mundo puede proporcionar seguridad, cobijo, alimentos y asistencia sanitaria a todos, y hacerlo respetando nuestro planeta y sus límites naturales. Pero esto requiere un profundo cambio de mentalidad y de prioridades: tenemos que sustituir la persecución de beneficios a corto plazo por un compromiso con la acción a largo plazo e impulsada por un propósito.
Un ejemplo de este cambio puede verse en el movimiento B Corp, en el que las empresas cumplen voluntariamente normas más estrictas de rendimiento social y medioambiental, responsabilidad y transparencia. Patagonia, por ejemplo, ha comprometido sus beneficios a luchar contra el cambio climático, lo que refleja una voluntad de mirar más allá de las ganancias inmediatas en favor de lograr un impacto duradero. Sin embargo, estos ejemplos siguen siendo la excepción y no la norma, lo que pone de relieve el reto de crear un cambio más amplio.
Para que este cambio arraigue, las empresas deben adoptar el pensamiento sistémico integral, un enfoque que reconozca la naturaleza interconectada de nuestros retos y busque crear valor de forma que beneficie a todas las partes interesadas. Esto incluye no sólo a los accionistas, sino también a los empleados, los clientes, las comunidades y el medio ambiente. El enfoque de RoundMap, que sitúa el impacto en el centro de la estrategia empresarial, proporciona una hoja de ruta sobre cómo construir sistemas que prosperen a largo plazo alineando el propósito con la rentabilidad.
3. ¿Qué nos frena?
Si el camino a seguir parece claro, ¿por qué seguimos luchando contra la inacción? Parte de la respuesta reside en nuestra arraigada resistencia al cambio. Muchas organizaciones siguen estancadas en las viejas formas de hacer negocios, impulsadas por un enfoque centrado en los beneficios trimestrales y aisladas de la realidad de su impacto más amplio. Esto es lo que podríamos llamar aislacionismo corporativo: una mentalidad en la que las empresas actúan como entidades aisladas, desconectadas de los ecosistemas en los que operan, incluso cuando sus acciones reverberan a través de esos sistemas.
La respuesta del sector bancario a la crisis financiera de 2008 ofrece un cuento con moraleja. La crisis expuso los peligros de la asunción de riesgos sin control y de un enfoque estrecho en los beneficios, lo que condujo a una penuria económica generalizada. Sin embargo, incluso después de reformas como la Ley Dodd-Frank, muchas instituciones financieras volvieron a las andadas, priorizando las ganancias a corto plazo sobre la resistencia sistémica. Por el contrario, algunas empresas fintech como Stripe han tomado un camino diferente, construyendo modelos de negocio que priorizan las necesidades de los clientes y la transparencia, demostrando que un enfoque más adaptativo y responsable no sólo es posible, sino competitivo.
La clave está en reconocer que las barreras sistémicas -la inercia reguladora, los intereses arraigados y una cultura que premia el pensamiento a corto plazo- nos están frenando. Pero estas barreras pueden superarse si los líderes están dispuestos a desafiar la sabiduría convencional, reimaginar su papel en el mundo y adoptar estrategias más adaptables y centradas en las partes interesadas. Esto significa ir más allá del mero reconocimiento de la necesidad de cambio y, en su lugar, realizar cambios concretos en la forma en que las empresas operan, miden el éxito e interactúan con sus comunidades.
4. ¿Cómo salvar la brecha entre el beneficio y el propósito?
Reducir la brecha entre el beneficio y el propósito no consiste en elegir uno sobre el otro, sino en integrar ambos para construir un negocio que prospere en todos los sentidos de la palabra. Esto requiere equilibrar la resistencia a corto plazo con el impacto a largo plazo, reconociendo que la rentabilidad es un medio, no un fin. El ciclo de prosperidad ofrece un marco práctico para esta integración, haciendo hincapié en que las empresas deben seguir generando beneficios (esforzarse) para sobrevivir, pero estos beneficios deben dirigirse a la consecución de objetivos más amplios y orientados a un propósito (prosperar).
Un ejemplo real de ello es Danone, que, bajo el liderazgo de Emmanuel Faber, se redefinió como una “Entreprise à Mission”, comprometida a equilibrar los beneficios con un impacto social y medioambiental positivo. Este audaz paso alineó la estrategia empresarial de Danone con la misión de apoyar la agricultura sostenible y abordar la seguridad alimentaria. Sin embargo, la empresa se enfrentó a una importante resistencia por parte de los accionistas, más centrados en los beneficios a corto plazo. La historia de Danone revela tanto el reto como la promesa de alinear el beneficio con el propósito: el camino es difícil, pero ofrece una visión de un modelo empresarial resistente y alineado con el futuro.
El marco de RoundMap pretende salvar esta brecha de forma sistemática, proporcionando a las empresas una forma estructurada pero flexible de integrar el propósito en cada fase de su negocio. Al centrarse en las redes de valor compartido -asociaciones que amplifican el impacto positivo a la vez que mitigan los efectos negativos- RoundMap muestra cómo las empresas pueden crear ecosistemas en los que la rentabilidad y el propósito se refuerzan mutuamente. Es un plan para construir un mundo en el que nadie se quede atrás, en el que se cree valor para todos y en el que el éxito de una empresa contribuya al bienestar de muchas.
Conclusiones: Reimaginar la prosperidad
Los retos a los que nos enfrentamos -pobreza, desigualdad, degradación medioambiental- exigen algo más que cambios graduales; requieren una reimaginación de lo que significa prosperar. Afrontando estas cuestiones fundamentales, podemos empezar a ver con mayor claridad el camino hacia la Prosperidad Ética. El enfoque de RoundMap, centrado en el pensamiento sistémico integral y en las estrategias Impact-First, ofrece no sólo una visión de lo que podría ser, sino un camino práctico para hacerlo realidad.
Este viaje queda plasmado en la imagen de un pequeño oso de peluche abandonado en el suelo de un frío túnel, su mirada vacía un crudo recordatorio de todo lo que simboliza un oso de peluche: seguridad, amor, alegría y la esperanza que deseamos para todos los niños. Cuando se pierde un osito de peluche, representa algo más que un juguete extraviado; habla de una pérdida más profunda: nuestro fracaso a la hora de aferrarnos a lo que realmente importa. Refleja cómo, en nuestra búsqueda de beneficios y progreso, podemos perder de vista las necesidades fundamentales de los más vulnerables.
Sin embargo, hay luz al final del túnel. Ese resplandor lejano representa la esperanza que queda, una promesa de que un futuro mejor es posible si decidimos avanzar hacia él con determinación. Es un recordatorio de que, aunque el camino puede ser difícil, no carece de dirección. Alcanzar esa luz requiere que tomemos decisiones que den prioridad a las personas y al planeta, para crear un mundo en el que nadie se quede atrás y en el que todos los niños -y todas las personas- tengan la oportunidad de prosperar.
La elección que tenemos ante nosotros es tajante: continuar por un camino que prioriza los beneficios sobre las personas, o adoptar una nueva forma de pensar que considera que las empresas prósperas son aquellas que elevan a los demás. Es hora de decidir, porque el futuro depende de cómo respondamos hoy a estas preguntas. Y al igual que ese osito de peluche abandonado, la esperanza de un mañana mejor descansa en nuestras manos, esperando a que la recuperemos.
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Edwin Korver is a polymath celebrated for his mastery of systems thinking and integral philosophy, particularly in intricate business transformations. His company, CROSS-SILO, embodies his unwavering belief in the interdependence of stakeholders and the pivotal role of value creation in fostering growth, complemented by the power of storytelling to convey that value. Edwin pioneered the RoundMap®, an all-encompassing business framework. He envisions a future where business harmonizes profit with compassion, common sense, and EQuitability, a vision he explores further in his forthcoming book, "Leading from the Whole."
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