Cuando las empresas siguen funcionando con modelos lineales, centrados en los beneficios, que dan prioridad a las ganancias a corto plazo sobre el impacto a largo plazo, surgen varias consecuencias importantes que conducen a problemas sistémicos que amenazan no sólo la sostenibilidad de la propia empresa, sino también el bienestar de la sociedad y la salud del medio ambiente. He aquí las razones clave por las que el pensamiento lineal centrado en los beneficios no es el camino a seguir:
1. Degradación medioambiental y agotamiento de los recursos
Un enfoque implacable en los beneficios a corto plazo conduce a menudo a una extracción y un uso insostenibles de los recursos. Las empresas impulsadas por esta mentalidad malgastan con frecuencia los materiales naturales, ya sea por el uso excesivo de recursos no renovables o por no diseñar productos que puedan reciclarse, reutilizarse o repararse. La obsolescencia planificada -diseñar productos para que fallen o queden rápidamente obsoletos- no hace sino agravar este problema. Este modelo lineal no sólo genera residuos sino que acelera la degradación medioambiental, contribuyendo a la contaminación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. A largo plazo, este enfoque agota los propios recursos de los que dependen las empresas, poniendo en peligro su capacidad para operar en el futuro.
2. Aumento del daño social a través de los costes externalizados
El pensamiento lineal, que da prioridad a los beneficios, a menudo implica externalizar los efectos adversos, como la contaminación, las malas condiciones laborales y las desigualdades sociales, trasladando la carga de estos problemas a la sociedad. En lugar de internalizar los verdaderos costes de producción, las empresas descargan la limpieza medioambiental, los impactos sobre la salud y los perjuicios sociales sobre los gobiernos, las comunidades y las generaciones futuras. Esto no sólo perjudica a la sociedad, sino que también erosiona la confianza en las empresas, dando lugar a peticiones de regulaciones más estrictas y dañando la licencia social para operar.
Al externalizar estos costes, las empresas crean desequilibrios sistémicos que perjudican a las poblaciones más vulnerables y benefician sólo a unos pocos, socavando en el proceso la capacidad de recuperación de la sociedad. Con el tiempo, esto crea inestabilidad en los mercados a los que sirven, ya que las propias comunidades de las que dependen se degradan o se agotan.
3. Erosión de la confianza y la lealtad de los consumidores
Prácticas como la obsolescencia planificada y la obsolescencia percibida (en las que los productos se diseñan para pasar de moda o perder valor percibido) acaban provocando la frustración del consumidor. En un mundo en el que la transparencia y la ética impulsan cada vez más las decisiones de los consumidores, las empresas que dan prioridad a los beneficios a corto plazo frente a la calidad y la durabilidad corren el riesgo de perder la confianza de los clientes. La relación entre una empresa y sus consumidores se deteriora cuando los clientes se sienten manipulados o engañados, lo que se traduce en mayores tasas de abandono, boicots a la marca y daños a la reputación.
A medida que los consumidores se vuelven más conscientes de la sostenibilidad y las prácticas éticas, las empresas que no logren evolucionar más allá de las estrategias lineales orientadas a los beneficios perderán relevancia en un mercado que premia la confianza, la transparencia y la responsabilidad.
4. Ganancias a corto plazo a costa de la innovación a largo plazo
Cuando las empresas se centran estrictamente en los resultados financieros a corto plazo, a menudo recortan la inversión en innovación, I+D y estrategias orientadas al futuro. Esto las deja vulnerables a la disrupción por parte de competidores dispuestos a innovar y adaptarse a las tendencias emergentes, como las tecnologías sostenibles, las demandas éticas de los consumidores o los nuevos modelos empresariales.
Al dar prioridad a los beneficios inmediatos, estas empresas pierden oportunidades de crear valor a largo plazo, desarrollar nuevos mercados o convertirse en líderes de la innovación. En lugar de ello, se estancan y acaban quedándose rezagadas a medida que nuevos participantes o competidores más ágiles toman la delantera.
5. Socavar el compromiso y la retención de los empleados
Una mentalidad lineal, que da prioridad a los beneficios, se traduce a menudo en un trato deficiente a los empleados, una inversión mínima en desarrollo y una falta de atención al bienestar. Cuando se considera a los empleados como costes que hay que minimizar en lugar de como partes interesadas a las que hay que cuidar, las empresas fomentan la falta de compromiso, la alta rotación y la baja moral. Esto conduce a ineficiencias, mayores costes de contratación y formación, y una pérdida de conocimiento institucional.
Además, la mano de obra actual, especialmente las generaciones más jóvenes, valora cada vez más el propósito, la sostenibilidad y un impacto social positivo en sus carreras. Las empresas que no cumplan estas expectativas tendrán dificultades para atraer y retener a los mejores talentos, lo que erosionará aún más su ventaja competitiva a largo plazo.
6. Fragilidad sistémica y falta de resiliencia
El modelo lineal es intrínsecamente frágil. Se construye en torno a la eficiencia, la reducción de costes y la maximización de los beneficios a corto plazo, lo que a menudo deja a las empresas mal preparadas para hacer frente a retos inesperados. Ya se trate de una interrupción de la cadena de suministro, una recesión económica o un desastre natural, las empresas que operan dentro de este marco carecen de la adaptabilidad y la resistencia necesarias para responder con eficacia. Esto es especialmente relevante en el mundo actual, cada vez más complejo, interconectado e incierto.
Al no dar prioridad a la resistencia a largo plazo, las empresas se exponen a mayores riesgos, como la volatilidad del mercado, la escasez de recursos, los cambios normativos y los cambios en el comportamiento de los consumidores.
7. Exacerbación de la desigualdad y las divisiones sociales
La búsqueda de beneficios a corto plazo conduce a menudo a la concentración de la riqueza en manos de los accionistas y los altos ejecutivos, mientras que las partes interesadas más amplias de la sociedad -empleados, proveedores y comunidades- son desatendidas o explotadas. Esta creciente división entre los que “tienen” y los que “no tienen” alimenta el malestar social, la inestabilidad política y un mayor escrutinio regulador.
A medida que aumenta la desigualdad de ingresos y disminuye la confianza pública en las corporaciones, las empresas que operan según el modelo del beneficio como prioridad pueden encontrarse en el lado equivocado de la opinión pública y de los debates políticos. Esto puede conducir a regulaciones más estrictas, impuestos punitivos o reacciones públicas que perjudiquen aún más su capacidad para operar de forma sostenible.
8. Miopía de mercado: Perder de vista las oportunidades a largo plazo
El pensamiento lineal y centrado en los beneficios puede conducir a la miopía del mercado, en la que las empresas se obsesionan tanto con las métricas financieras inmediatas que no ven las oportunidades a largo plazo. Al priorizar el rendimiento de los accionistas sobre el ecosistema más amplio, las empresas se pierden posibles asociaciones, innovaciones o modelos de negocio que podrían conducir a un crecimiento sostenible.
En lugar de construir redes de valor compartido que generen impacto y resiliencia a largo plazo, las empresas se quedan atrapadas en el pensamiento a corto plazo, lo que en última instancia limita su capacidad para escalar de forma responsable. Esta visión de túnel obstaculiza su capacidad para alinearse con las tendencias futuras, como la creciente demanda de consumo ético, economías circulares y ecosistemas colaborativos.
9. Decadencia moral y ética
Cuando se prioriza el beneficio por encima de todo, las empresas pueden incurrir en prácticas poco éticas que explotan las lagunas legales, engañan a los clientes o maltratan a los empleados. Esto no sólo perjudica a las personas y a las comunidades, sino que también erosiona los cimientos éticos sobre los que las empresas pueden construir una confianza y un respeto duraderos. Con el tiempo, las empresas que operan sin tener en cuenta la ética y la justicia perderán su prestigio en la sociedad, enfrentándose a reacciones negativas, demandas judiciales y daños a su reputación a largo plazo.
Además, con el aumento de la concienciación mundial sobre los problemas sociales y medioambientales, las empresas que descuiden la ética tendrán cada vez más dificultades para operar sin el intenso escrutinio de las partes interesadas, los medios de comunicación y los consumidores.
El camino a seguir: Adoptar el pensamiento sistémico integral y los modelos de valor circular
El pensamiento lineal y orientado a los beneficios ya no es una estrategia viable para las empresas que quieren sobrevivir y prosperar en el futuro. La clave del éxito a largo plazo reside en adoptar un pensamiento sistémico integral y modelos de valor circulares como el Ciclo de vida de la orquestación del valor, priorizando la prosperidad ética, el crecimiento responsable y el valor compartido. Al centrarse en aprovechar el impacto, mitigar los efectos adversos y establecer relaciones sostenibles con todas las partes interesadas, las empresas pueden trascender las limitaciones miopes de los modelos lineales y avanzar hacia un futuro inclusivo, sostenible, ético y resistente.
El camino a seguir implica reimaginar cómo se crea, se comunica, se entrega y se capta el valor, no sólo para los accionistas sino también para la sociedad y el planeta. Al pasar de una mentalidad de escasez y cortoplacismo a otra de abundancia y éxito compartido, las empresas pueden liberar todo el potencial de sus ecosistemas, garantizando un futuro que beneficie a todos.
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Edwin Korver is a polymath celebrated for his mastery of systems thinking and integral philosophy, particularly in intricate business transformations. His company, CROSS-SILO, embodies his unwavering belief in the interdependence of stakeholders and the pivotal role of value creation in fostering growth, complemented by the power of storytelling to convey that value. Edwin pioneered the RoundMap®, an all-encompassing business framework. He envisions a future where business harmonizes profit with compassion, common sense, and EQuitability, a vision he explores further in his forthcoming book, "Leading from the Whole."
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